¿Tienes una cena importante pronto y te preocupa qué copa va exactamente con qué tipo de vino? Pues no le des más vueltas ¡Te traemos información para sacarte de dudas!
Lo primero que tienes que saber de una copa de vino es que
– La boca, la parte superior de la copa, debe acabar en forma de pirámide, estrechándose cada vez más.
– El fuste o tallo de la copa ha de ser suficientemente largo, con el objetivo de que la mano no toque el cáliz, que es la parte de la copa donde se vierte el vino, y así éste no se caliente.
– El cristal de las copas ha de ser totalmente cristalino y transparente para apreciar el color del vino
– Una copa de vino jamás debe ser colmada. La razón es para que el vino no pierda su temperatura ni deje escapar sus aromas.
Según el tipo de vino las copas que deberemos usar son:
– Vinos espumosos. Las copas de estos vinos tienen que ser altas, con el cáliz largo y el fuste corto. Se las llama comúnmente copas flauta y su propósito es no dejar escapar las burbujas. Estas copas pueden llenarse hasta 4/5 de su capacidad.
– Vinos blancos. Las copas de vino blanco han de ser más pequeñas que las de vino tinto. Al ser más cortas y estrechas ayudan a mantener la temperatura fría durante más tiempo. Estas copas no deben llenarse más de 1/3 de su capacidad.
– Vinos tintos. Las copas de vino tinto son las más populares, siempre más largas y anchas que las de vino blanco. Con gran cavidad y abombadas para dejar al vino respirar y liberar sus aromas. Deben llenarse a no más de 2/3 de su capacidad.
– Vinos dulces. Para los vinos dulces se precisa una copa de fuste largo y que el cáliz tenga una anchura acentuada. Esta apertura hace que el vino vaya directamente a la punta de la lengua, que es la parte más sensible a la dulzura y así se equilibren sus sabores.
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